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martes, 9 de diciembre de 2014

A la antigua usanza

Ramón, 53 años, arquitecto, lleva 7 meses en paro.
Alicia, 52 años, bióloga, lleva 11 meses en paro y 6 trabajando como señora de la limpieza en un bufete de abogados.
Raúl, 16 años, estudiante, hace 20 minutos que tenía que haber llegado a casa…..
Ramón: ¿A qué hora tiene que llegar el niño?
Alicia: A las 11
Ramón: Pues ya son y veinte…
Alicia: Habrá tenido algún contratiempo.
Ramón: Sí, la cara dura…
Termina el intermedio y la atención de ambos vuelve a la televisión.
23:35h
Alicia: ¿Y si le ha pasado algo?...
Ramón: Pero cariño, si cada fin de semana pasa lo mismo….. Nosotros le ponemos una hora límite y él llega a la que le da la gana.
23:47h
Raúl: Hola, ya estoy aquí… Me voy a la cama… ¡Buenas noches!
Alicia: Pero, hijo, come algo antes de acostarte…
Raúl: Es que estoy muy cansado y, además, me he tomado un par de tapas en “El tío molón”.
Ramón: Raúl, ven un momento… que tenemos que hablar.
El muchacho entra a la habitación donde están los padres.
Raúl: Tengo mucho sueño, ¿no podemos hablar mañana?
Ramón: No, tiene que ser ahora, porque ya estoy cansado de que llegues a la hora que te da la gana y te metas en tu habitación sin ni siquiera molestarte en darnos una escusa…
Raúl: Es que Marisa se ha puesto muy nerviosa porque le han robado el móvil, y me he quedado con ella hasta que se ha tranquilizado.
Ramón: Pues podías haber llamado, ¿no?
Raúl: Es que me he quedado sin batería.
Ramón: Ya… y en “El tío molón” no hay teléfono, ¿verdad?
Raúl: No lo sé… pero tan solo me he retrasado unos minutos, no sé por qué estás tan enfadado.
Ramón: Sí, 47 minutos, para ser exactos… pero no es por eso por lo que estoy enfadado… lo que realmente me pasa es que ¡estoy harto de que hagas lo que te da la gana!, ¡de que utilices esta casa como si fuera un hotel!, ¡de que no respetes las normas!, ¡de que no te importe absolutamente nada de lo que le pasa a tu familia!, ¡de que…
Alicia: Tranquilo Ramón, que no es para tanto… Recuerda cuando tú tenías su edad.
Ramón: Sí, Alicia, es lo que hago, recordar cuando tenía su edad… recordar que siempre llegaba unos minutos antes de la hora, porque un día – cuando tenía 9 años – llegué 8 minutos tarde y mi padre me dio dos azotes con el cinturón, el primero era el castigo por llegar tarde, mientras que el segundo tenía la misión de incrustar en mi personalidad el factor de la puntualidad…desde entonces nunca he llegado tarde a ningún sitio.
Ramón se quita el cinturón mientras dice la última frase….. El pantalón le cae hasta los pies…..

Ramón: ¡Puta crisis!