Etiquetas

viernes, 27 de abril de 2012

La mujer y el escorpión


La mujer se quita el zapato y el calcetín, después acerca el pie desnudo al escorpión:
Mujer: Vamos, ¿qué esperas para picarme?
Escorpión: ¿Por qué quieres que te pique?
Mujer: Creo que unos días de fiebre alta, sudores y pérdida de conciencia, serán un buen castigo y me ayudarán a olvidar.
Escorpión: ¿Qué has hecho para merecer tal castigo?
Mujer: No lo sé.
Escorpión: ¿No sabes que hiciste?
Mujer: No, pero tuvo que ser algo muy malo.
Escorpión: ¿En qué te basas para afirmar tal cosa?
Mujer: Cuando alguien que es bondadoso, bonachón, campechano, divertido, buen amigo, agradecido, considerado y solidario con todo el mundo, deja de compartir estas virtudes contigo... es que has hecho algo malo, ¿no? y, por tanto, mereces un castigo.
Escorpión: Si es por eso no te puedo picar.
Mujer: ¿Por qué?
Escorpión: Por que los escorpiones tenemos fama de mala gente y, por esta fama, somos temidos y respetados..... Si pico a alguien que se lo merece estaré demostrando que tengo un corazón amable, seré admirado y me perderán el respeto.
El escorpión baja con cuidado del pie de la mujer:
Escorpión: Ahora, para ganarme el respeto de todos, buscaré al santurrón ese del que me hablas y le picaré a él.
La mujer se levanta de un salto, grita: “¡No!”, y pisa al escorpión con el pie desnudo.....
Mujer: Al final me has picado.
Escorpión: No te he picado... me he defendido – y con el último aliento añade – Además, con ese “¡No!”, has demostrado que hay bondad en tu maldad.

lunes, 23 de abril de 2012

Gabriela y la princesa

Rodeada de lujo, la princesa leía por sexta vez la leyenda de Sant Jordi. El año anterior la había leído veinticuatro veces, y el de antes dieciséis...
Su vida era tan aburrida que nada deseaba más que ser secuestrada por un dragón, así que hizo la maleta y partió en busca de uno.
Pensaba que no le costaría mucho encontrarlo, porque los dragones son muy grandes y, por tanto, no se pueden esconder fácilmente.
Intentó salir a hurtadillas del castillo para evitar ser vista, porque de lo contrario tendría que ir acompañada de un guardaespaldas, pero el ruido de las ruedas de la maleta la delató. Por suerte para ella, la hija del cocinero no era chivata..... pero era bastante mentirosilla.
Las dos muchachas se adentraron en el bosque. La princesa, que no estaba acostumbrada a caminar – y mucho menos arrastrando una maleta – quiso descansar cuando hacía poco que caminaban.
Gabriela, la hija del cocinero, le dijo a Rocío, la princesa, que mientras ella descansaba iría a inspeccionar los alrededores en busca de huellas de dragón.
Gabriela marchó riendo entre dientes porque, indudablemente, no pensaba ponerse a buscar huellas de un ser inexistente, su intención era volver al castillo y darse un buen atracón de pollo con patatas antes de volver con la princesa.
Cuando volvió la hija del cocinero, Rocío le preguntó:
Rocío: ¿Has encontrado alguna huella?
Gabriela: No, pero he estado hablando con un gnomo.
Rocío: ¿Con un gnomo?
Gabriela: Sí..... un gnomo es...
Rocío: Ya sé lo que es un gnomo..... ¿Qué te ha dicho?
Gabriela: Me ha dicho que el dragón que vive en este bosque tiene lumbago y que, por esta razón, este año no secuestrará a ninguna princesa.
Rocío: Así, tendremos que ir a otro bosque.
Se pusieron en marcha. Gabriela hacía de guía y, como conocía bien el bosque, estuvo caminando en círculos para no alejarse mucho del castillo. Un par de horas después, Rocío se quejó:
Rocío: Tengo hambre y he olvidado traer algo para comer.
Gabriela: No se preocupe, recogeré unos cuantos frutos y, mientras se los come, iré a inspeccionar el terreno.
Rocío: Pero tú también deberías comer.
Gabriela: Yo soy fuerte, con comer una vez cada dos o tres días ya tengo bastante.
Gabriela volvió al castillo, comió merluza con verduras y volvió junto a la princesa:
Rocío: ¿Has encontrado alguna huella?
Gabriela: No, pero he estado hablando con un unicornio.
Rocío: ¿Con un unicornio?
Gabriela: Sí..... un unicornio es...
Rocío: Ya sé lo que es un unicornio..... ¿Qué te ha dicho?
Gabriela: Me ha dicho que el dragón que vive en este bosque no sabe pronunciar la “R” y, por esta razón, no secuestra a princesas cuyo nombre contenga esta letra.
Rocío: Así, tendremos que ir a otro bosque.
Siguieron caminando en círculo. Unas horas más tarde la princesa se quejó:
Rocío: Estoy cansada, creo que debería dormir un poco.
Gabriela: Túmbese debajo de ese árbol, mientras descansa yo iré a inspeccionar el terreno.
Rocío: Pero tú también deberías descansar.
Gabriela: Soy fuerte, con descansar un par de horas cada tres o cuatro días tengo bastante.
Gabriela volvió al castillo, durmió y volvió junto a la princesa:
Rocío: ¿Has encontrado alguna huella?
Gabriela: No, pero he estado hablando con un duende.
Rocío: ¿Con un duende?
Gabriela: Sí..... un duende es...
Rocío: Ya sé lo que es un duende..... ¿Qué te ha dicho?
Gabriela: Me ha dicho que el dragón que vive en este bosque está de luna de miel y, por tanto, este año no secuestrará a ninguna princesa.
Rocío: Así, tendremos que ir a otro bosque.
Siguieron caminando en círculo. Unas horas más tarde se encontraron con el cocinero y un orientador educativo:
Gabriela: ¿Papá?
Cocinero: Hija mía, este señor tiene que decirte una cosa.
Gabriela: Pero papá, yo solo.....
Cocinero: ¡Calla y escucha!
Gabriela: Pero es que.....
Orientador: ¡Calla! A ver, tu padre estaba preocupado por tu futuro, porque no mostrabas vocación por nada, pero con este juego – al cual la princesa se ha prestado desinteresadamente – he llegado a la conclusión de que debes estudiar Ciencias Políticas: ¡Creo que puedes llegar a ser una buena Presidenta de Estado!
¡Qué paséis un buen día de Sant Jordi!